Periódico Reforma
17 de enero de 2013
¿Quieres cerrar las avenidas del mal?
Paga todas las deudas, como si Dios mismo hubiera hecho la factura.
Ralph Waldo Emerson
De nada sirve hacer una reforma fiscal que arranque más dinero a los contribuyentes si no logramos un manejo más eficiente de los recursos públicos. El crecimiento de las deudas estatales y municipales sugiere que nuestros gobiernos no están listos para tener más recursos.
En diciembre de 2001 las obligaciones financieras de estados y municipios se ubicaban en 99 mil millones de pesos. Para el tercer trimestre del 2012, según el secretario de Hacienda Luis Videgaray, el monto ascendía a casi 407 mil millones de pesos.
Quizá esta cantidad no es suficiente para poner en riesgo la estabilidad financiera de un país cuyo gobierno federal tiene un presupuesto de 3.9 billones de pesos, pero un crecimiento tan rápido no puede llevar más que a un descarrilamiento tarde o temprano.
En términos nominales, el Distrito Federal es la entidad más endeudada del país. Según las tablas publicadas por la SHCP para el primer trimestre de 2012 la capital registraba entonces una deuda de casi 56 mil millones de pesos. La seguían el Estado de México con 38 mil, Nuevo León con casi 38 mil, Coahuila con 36 mil y Veracruz con 28 mil millones de pesos.
En comparación con su producto interno bruto, la entidad más endeudada es Coahuila, cuya deuda pública representa el 7.9 por ciento del PIB estatal; Quintana Roo registra 6.6 por ciento, Nayarit 6 por ciento, Chiapas 5.7 por ciento y Michoacán 4.7 por ciento. El promedio de todas las entidades es de 2.7 por ciento.
Endeudarse para realizar obra de infraestructura puede tener sentido, particularmente si los proyectos generan recursos que puedan utilizarse para saldar los créditos. El problema es que los gobiernos estatales y municipales se están endeudando para cubrir gasto corriente o para financiar obras que no generan recursos.
Cada vez es mayor la conciencia de que esta situación es peligrosa. La Ley de Contabilidad Gubernamental que propuso el ex presidente Felipe Calderón busca homogeneizar los sistemas contables de estados y municipios con el fin de evitar las sorpresas de deuda que surgían al final de cada gobierno. El actual secretario de Hacienda, Luis Videgaray, ha señalado que en febrero se someterá al Congreso una iniciativa para ordenar la deuda de estados y municipios. Habrá que ver los términos de la legislación antes de juzgarla.
Los comentaristas en los medios, mientras tanto, muestran una actitud cada vez más crítica al endeudamiento de los gobiernos. El hecho de que regímenes de los tres principales grupos políticos hayan contratado deudas exageradas le ha dado a la causa del equilibrio hacendario un cariz apartidista.
Contratar créditos no tiene que ser negativo. Hay deudas buenas y malas. Hasta la fecha, sin embargo, no hay indicadores claros y sencillos que permitan a los ciudadanos distinguir unas de otras. Ante las deficientes prácticas administrativas de casi todos los gobiernos mexicanos, sin embargo, quizá sea correcto promover un alto a toda nueva deuda, por lo menos mientras no haya criterios más claros para evaluar la utilidad de cada crédito.
El problema es que los políticos tienen un fuerte incentivo para actuar de manera opuesta. A ellos les conviene gastar todo lo que puedan en su mandato, aun a través de deuda, y dejar las facturas a los siguientes gobiernos. Esto explica por qué, una vez que los gobiernos locales tuvieron acceso a los mercados de crédito, han empezado a contratar deuda sin pensar mucho en cómo se pagará. En los trienios y sexenios de la política mexicana, el futuro no existe.
·DECLARACIONES
Enrique Peña Nieto y algunos miembros de su gabinete dieron a conocer ayer declaraciones patrimoniales, pero incompletas o, en algunos casos (Jesús Murillo Karam), inexistentes. Hay razones para no exigir a los funcionarios que divulguen información personal, pero si lo van a hacer, deberían hacerlo bien.
Twitter: @sergiosarmient4
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