martes, 11 de diciembre de 2012

Más compleja / Sergio Sarmiento

Periódico Reforma
11 Dic. 12



"La vida es realmente sencilla, pero insistimos en complicarla".

Confucio

 



Nadie puede cuestionar la intención del presidente Enrique Peña Nieto de reafirmar la rectoría del Estado sobre la educación, especialmente después de tantos años en que el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y algunas de sus secciones han asumido control sobre ella. Es positivo también que haga un esfuerzo por mejorar la cobertura y la calidad. Pero aun así me pregunto si el camino de la reforma educativa que se anunció ayer es el correcto.

Nuestros políticos siguen confundiendo la Constitución con una ley secundaria. Por eso la llenan de detalles que nada tienen que hacer en una Carta Magna, la cual debería ser una simple recopilación de derechos fundamentales.

El artículo tercero de la Constitución de 1857, la de los liberales del siglo XIX, era contundente por sencillo: "La enseñanza es libre. La ley determinará qué profesiones necesitan título para su ejercicio, y con qué requisitos se deben expedir". Ni una palabra más, ni una menos. Los detalles se establecían en las leyes secundarias.

Ya en este 2012 el artículo tercero se ha vuelto extraordinariamente complejo con párrafos, secciones y subsecciones de convulsa redacción. La nueva sección III añade al ya prolijo contenido anterior la orden de hacer concursos de oposición para docentes y directores de escuelas. Añade que "serán nulos todos los ingresos y promociones que no sean otorgados conforme a la ley". Es bueno saber que estará prohibido desobedecer la ley.

La iniciativa de reforma constitucional añade una sección IX que recrea el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, antes descentralizado y ahora autónomo, para que haga las mediciones del sistema educativo. La letra constitucional se enreda incluso en detalles de cómo elegir a los miembros de este INEE transformado.

En los artículos transitorios se establece que el INEGI tendrá la responsabilidad de hacer un censo de escuelas, maestros y alumnos. Es razonable si consideramos que la SEP ha sido incapaz de darnos un patrón confiable de maestros. Pero ¿realmente queremos elevar esta instrucción administrativa a rango constitucional?

La verdad es que el artículo tercero, como buena parte de la Constitución, tiene un contenido que podríamos esperar más en una ley, o incluso en un reglamento, que en un texto constitucional. La Constitución de los Estados Unidos (de América) tiene siete artículos y 27 enmiendas; la de los Estados Unidos (Mexicanos), 136 artículos, centenares de enmiendas y miles de transitorios.

Esta excesiva complejidad crea camisas de fuerza que impiden el logro de los propios objetivos constitucionales. La enmienda de Peña Nieto, por ejemplo, mantiene el control del Ejecutivo federal sobre "los planes y programas de estudio de la educación preescolar, primaria, secundaria y normal para toda la República". Hay una gran discusión internacional sobre si es mejor un sistema centralizado o uno con competencia entre distintos programas de estudio. Pero cuando se establece el control central por orden de la Constitución se cierra toda discusión.

La educación mexicana tiene problemas muy de fondo que esta reforma ni siquiera considera. Por ejemplo, ha aumentado en México el número de personas con enseñanza universitaria, pero su desempleo, al contrario de lo que ocurre en otros países, es mayor que el de quienes tienen menor instrucción. No hay nada en la reforma que considere este problema... ni muchos otros más.



·LOS RESPONSABLES

Loable la posición de Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno del Distrito Federal, de detener a los "verdaderos responsables" de los desmanes del 1o. de diciembre y no a aquellos que simplemente estuvieron en el lugar equivocado en el peor momento. Pero aun si la Procuraduría capitalina identificara y detuviera a los reales responsables, los activistas políticos y los medios los harían "héroes ante la represión".


Twitter: @sergiosarmient4

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